martes, 16 de octubre de 2007

Adiós amigo Cola Negra

Anoche se nos fue un amigo. El viejo Cola Negra, tanto que tenía que cruzar la calle, la última vez no pudo.
A veces venía a casa a visitar a mi hermana Luna o a mi vecina Lucky. Anteanoche estuvo con la pelirroja en el portón, haciendo promesas de amor eterno a cambio de una noche de pasión en el medio del terrenito, a la luz de la luna.
Cola Negra era un gato blanco, grande, peludo y gordo; con la cola y parte de la cabeza negras. Su cara mostraba signos inequívocos de la dura vida de gato callejero. A veces dormía arriba del ficus de enfrente, cuando se reunía con los amigos de la otra vereda.
Él recorría este barrio ya desde antes de mi llegada, cuando Lucky se vino a vivir al pasillo. Alguna vez habrá pensado que nosotros, los más jóvenes, invadíamos su territorio, pero Cola Negra era bueno y nunca nos peleó, ni siquiera cuando mi fortuna empezó a crecer y me convertí en el gato más famoso y admirado de este vecindario.

Aquellos niños que juegan
me miran como a un extraño.
Si supieran que fui dueño
de este pedazo de barrio!

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